Muchos respiraron tranquilos cuando detuvieron a Rogelio “El Gordo” Villalba, acusado de ser el líder de una organización que mantuvo el dominio absoluto de la venta drogas en La Costanera durante al menos 10 años. Pero la Justicia Federal y los investigadores de la División Drogas Peligrosas de la Policía Federal ahora están buscando otros elementos para cerrar la pesquisa para determinar qué hacía el sospechoso con los al menos $ 4 millones mensuales que habría obtenido vendiendo cocaína y sus derivados en La Costanera.
En el expediente judicial figura que el acusado, desde que se inició la investigación hace ya más de un año, habría recibido al menos dos kilos de pasta base por semana. Siempre según los investigadores, la droga la traían de Orán y de allí la normalmente la habrían llevado a la casa de su hija, María Almaraz. Ella, junto con Norma Ruiz, la esposa del principal imputado, serían las responsables de dirigir la tarea de estiramiento y fraccionamiento de la sustancia que se distribuía en todo el barrio. “Acá hay más puestos de ventas de droga que panaderías”, dijo preocupada María Luisa Herrera, una de las pocas vecinas del humilde caserío que quiso dar su nombre.
Los comisarios Jorge Luján y Rubén Hernández, que estuvieron al frente de la investigación, estiman que la pasta base que llegaba a Bolivia era estirada al menos siete veces su peso original, es decir, que un envío semanal se transformaba en 14 kilos. Con esa cantidad, siempre según los cálculos realizados por los pesquisas, obtenían 14.000 dosis. Cada una de ellas se comercializaba, de acuerdo a la versión de los adictos que fueron entrevistados por los federales, a $ 80. En total, podría haber recaudado al menos $1 millón. Al mes, entonces podría haber conseguido más de $ 4 millones.
A esos números se les deben quitar los gastos y costos fijos. Según los investigadores, lo más caro es la pasta base. El valor de los dos kilos de la sustancia llegaría a unos U$S 12.000, por lo que “El Gordo Rogelio” tendría que haber realizado una inversión mensual de al menos U$S 48.000 ($720.000) para mantener una operatoria de esta magnitud.
En esa lista –sin importar de quién se trate- también hay que incluir los costos del “personal” de la red (vendedores, “soldados” y vigilantes, por mencionar algunos), el asesoramiento legal -los profesionales que los defienden a ellos y a su gente tienen un fijo mensual-, y los insumos que se necesitan para estirar la droga. Los montos, siempre según sus estimaciones, jamás superarían el 50% de las ganancias.
Misterio
“El Gordo Rogelio”, a diferencia de otros acusados de dirigir redes de narcomenudeo, vivía con lo justo. Al parecer no tenía vehículo de alta gama (se secuestró una camioneta Ford EcoSport de por lo menos cinco años de antigüedad que guardaba en la casa de un vecino), seguía viviendo en el barrio (su casa era la más linda de la cuadra) y en La Costanera era famoso por su adicción al alcohol. Eso sí, nada de bebidas blancas y, mucho menos, importadas. Lo suyo era la cerveza bien fría y tucumana.
La Policía de la provincia, en los últimos meses allanó en dos oportunidades la casa del “Gordo Rogelio”, no por drogas, sino por robo. Siempre le encontraron dinero y, según trascendió, la suma habría ascendido a por lo menos $180.000. En ambos casos, de acuerdo a la misma fuente, su abogado logró justificar su origen (habría dicho que era producto de ahorros) y desde la Justicia se los terminaron devolviendo. En el megaoperativo del martes, ubicaron más de $200.000, aunque aún no tuvo oportunidad de explicar cómo lo había conseguido.
El juez federal Daniel Bejas, que entiende en el caso, de acuerdo a fuentes judiciales, le ordenó al personal de Drogas Peligrosas que investigara la ruta del dinero que habría obtenido el sospechoso en los últimos años.
Hasta el momento, según informó una fuente del Juzgado Federal, sumaron algunas pistas que permiten sospechar que el acusado podría haber entregado el efectivo a usureros para que prestaran el dinero y así lo colocaban en el sistema financiero. Los pesquisas encontraron documentación en un domicilio allanado que podría respaldar su teoría.
Sin embargo, se sospecha que en la organización también aparecería la figura de un financista. Esta persona habría sido la encargada de realizar operaciones económicas importantes para blanquear el dinero. En los próximos días se definirá si se convocará a la Unidad de Investigación Financiera para que se sume a la investigación.